REFLEXIÓN
Y RELATO CORTO…
“SU
CORAZÓN LANGUIDECIENDO”
REFLEXIÓN…
TEXTO EXTRAIDO DE
INFORMACIÓN VARIADA…
“…Los desahucios
en España durante la crisis económica española de 2008-2018 hacen
referencia al lanzamiento o desahucio de un
gran número de ciudadanos y familias, en general vulnerables, por ejecución forzosa ante
el impago de la hipoteca o alquiler. En la mayoría de los casos la vivienda había
sido adquirida durante la burbuja inmobiliaria en España (1997-2007).
Según las estadísticas del primer trimestre de 2012
cada día se produjeron una media de 517 desahucios diarios en España. Lo
que provocó un gran impacto social y mediático…”
ARTÍCULO 47 DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA:
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una
vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones
necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este
derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general
para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que
genere la acción urbanística de los entes públicos“
ARTÍCULO 35 DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA:
“Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho
al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través
del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y
las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por
razón de sexo.
La ley regulará un estatuto de los trabajadores”
¿Se cumplen estos artículos de la
constitución?
Efectivamente, hay una gran cantidad de defectos socio-políticos, que hacen
que, los artículos que nos afectan directamente, sean más complicados de llevarse
a buen fin. Ya hemos visto como se ha producido una gran cantidad de delitos de
corrupción por parte de algunos de los dirigentes socio-políticos, desvíos
económicos, y dinero que desaparece y no llega a la población, porque
previamente han sido saqueados de las arcas públicas. Todo ese dinero,
destinado a proyectos sociales y de generación de empleo y bienestar social,
desaparece, no nos llega. Este es, entre otros, un aspecto que hace que los
artículos arriba señalados no lleguen a cumplirse en su totalidad.
RELATO CORTO…
Aquella tarde, la lluvia
resbalaba de forma impetuosa por la cristalera, me había sentado junto al gran
ventanal de aquella afamada pero lúgubre cafetería antigua.
Sinceramente, era un día feo
y yo no estaba de buen humor; y es que, este tipo de trabajo que realizaba para
el despacho del Sr. Álvarez, me ponía siempre en una situación tensa, aunque
sólo llevaba un mes trabajando, las ganas de desaparecer o hacerme invisible
eran cada vez más preocupantes.
Hacía ya un buen rato que el reloj
polvoriento y ajado que colgaba de la pared, había empezado a recordarme y a
hacerme ver que estaba absorto y dándole vueltas a la taza de té vacía y al
sobre amarillo con membrete, que había venido a entregar al dueño del local lo
antes posible.
Me temblaban las manos, las rodillas… y no
podía evitarlo.
Sabía, que por aquellas mesas y sillas
arrugadas y despellejadas por el tiempo, se habían sentado numerosos artistas
de gran renombre, y también grandes personalidades de los diferentes mundos de
la cultura, la política y el “famoseo” de la ciudad.
Aquella cafetería, ya desguarnecida, había
sido la fuente de inspiración de grandes experiencias musicales, idilios
secretos, acuerdos políticos y tantas otras rocambolescas historias que ya sólo
quedaban guarecidas en la memoria de Don Francisco.
Pero, todo eso ya se había marchitado, y lo
que en su momento fue un local de moda y creador de tendencias para artistas y
bohemios, ahora se había en un triste antro de borrachos y fracasados secos y
enjutos como las pocas maderas carcomidas que aún se atrevían a permanecer de
pie.
Todo permanecía en el mundo de los recuerdos,
en el corazón ya viejo de Don Francisco e impreso por todas y cada una de
aquellas paredes arañadas por paso del tiempo.
Por fin, tomé la decisión.
Me levanté con cierta energía y me acerqué a
él.
- Don francisco, ¿Podría dedicarme unos
minutos?
- Seguro que si joven, como ve, aquí cada vez
queda menos trabajo.
- Mire, lo siento mucho, pero debo entregarle
este documento y debe firmarlo aquí, como que lo ha recibido.
- Hace tiempo que esperaba este sobre, así
podré descansar ya de estos borrachos y degradados cuerpos que sólo me traen
recuerdos que ya no quiero.
Le entregué el documento de desahucio que le
requería dejar el inmueble en veinticuatro horas. No se quejó, ni siquiera puso
algún tipo de resistencia, lo cual, me asombró porque no era una actitud
normal.
- ¿Se encuentra bien Don Francisco?
- Si joven, estoy preparado. Mañana mismo dejaré
este oscuro lugar, así que su jefe puede estar tranquilo. Quizá le traiga a él
los buenos recuerdos que a mí ya no me aporta.
- Gracias Señor, le deseo mucha suerte.
- No joven, la suerte, se la deseo yo a
usted, este trabajo que usted desempeña, hará que poco a poco su corazón vaya
languideciendo. ¡No lo olvide nunca!
…Me fui con esas palabras en mi cabeza,
dándole vueltas y más vueltas.
Pasaron varios días después de que se hubiera
producido este encuentro, y la verdad que fui normalizando y olvidando la
situación.
Una semana después, volví a pasar, por
casualidad, cerca de la vieja cafetería.
Estaba cerrada y se veía demasiado
deteriorada, cosa que me extrañó, porque sólo había pasado una semana.
Como no vi a nadie, pregunté en la
sombrerería de al lado por el señor.
- ¡Buenos días, disculpe! ¿Sabría usted
decirme si sabe algo de Don francisco? El Señor de la cafetería de al lado.
- ¡Buenos días joven! ¿Pregunta usted por Don
Francisco?
- Sí, es que le entregué hace unos días unos
papeles importantes y quería saber cómo se encontraba.
- ¿Está usted seguro? Porque Don Francisco
lleva ya tres años muerto.
- ¿Cómo? Pero si hace una semana estuve con
él, hablando y entregándole una resolución. Esto debe ser un error.
- Eso no lo sé, pero hace ya tres años que lo
encontraron muerto en la cafetería. Había sufrido un infarto y lo encontraron
muerto y tirado en el suelo, tenía la mano derecha en su pecho, y en la mano
izquierda un sobre amarillo. Después se supo que lo habían desahuciado, fue el
despacho de su propio hermano el que se encargó de su caso.
- ¡No puedo creerlo!
- Eso es lo que pasó, joven. ¿Se encuentra
bien?
- Sí si, disculpe…
Casi sin mediar una palabra más, salí de allí
casi corriendo, no entendía nada. Seguro que había un error. Parecía una broma
pesada.
Y de repente… Volvieron a sonar esas palabras
en mi cabeza…
“Su corazón languideciendo” “Su corazón languideciendo”
Han pasado ya casi seis años de esta
historia, ahora tengo mi propio despacho, especializado en la defensa de los desahucios.
Todos mis buenos deseos para las
personas que hemos padecido, padecemos o podamos padecer cualquier tipo de
merma en los derechos tanto constitucionales como de los DD.HH.
JAGJ © 2019 JUAN
ANTONIO GÓMEZ JEREZ…
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